“Después partieron de Betel. Cuando todavía estaban lejos de Efrata, Raquel dio a luz, pero tuvo un parto muy difícil. En el momento más difícil del parto, la partera le dijo: «¡No temas; estás por tener otro varón!» No obstante, ella se estaba
muriendo, y en sus últimos suspiros alcanzó a llamar a su hijo Benoní, pero Jacob, su padre, le puso por nombre Benjamín”. (Génesis 35:16-18). En este pasaje, Raquel podría representar a un sistema mundial que agoniza. Al comprender que muere sin tener nada que ofrecer, llama a su hijo Benoni (‘hijo de mi tristeza’). ¡Qué terrible comienzo para un niño, ser conocido como aquel que trajo dolor, como el responsable de su dolor!
¿Qué nombre le has puesto a la sociedad? ¿Cómo llamas a tu país? ¿Le pusieron nombre los que sentían que estaban perdiendo el juego de la vida y la muerte? ¿Por aquellos que tenían que concentrar su dolor en otro lugar que no fuera ellos mismos? ¿Qué nombre te pusieron tus padres, tus amigos o tus conocidos? ¿Perdedor, estúpido, feo, “menos que”, idiota? ¿Bajo qué nombre has estado viviendo? Si tu padre nunca te bendijo, quizás, estés tratando de probar quién eres verdaderamente, pero eso nunca basta.
Entonces, el corazón de un padre entra en esta tristeza. Él no permitirá que su hijo quede marcado de por vida como causa de tristeza. Él se inclina sobre su hijo y
habla destino y futuro sobre su vida. “No será conocido como Benoni, sino como Benjamín, [hijo de mi mano derecha]” Él no es un perdedor. ¡Es mi hijo! La palabra
“Ben” significa ‘constructor del nombre de la familia’. Benjamín era un punto de partida, un punto de lanzamiento. Está conectado con el pasado y tiene un futuro. Va
a construir el nombre de la familia. Hay un Padre más sabio y más amoroso aún que el padre de Benjamín. Es nuestro Padre Dios. Él quiere darte un nuevo nombre: un nombre que hable de esperanza, un nombre que dé futuro. Él te llama su hijo y quiere que construyas el nombre de la familia. Permite que Él quite las etiquetas, las maldiciones que la sociedad ha puesto sobre ti. Permítele que le hable de futuro. ¡Él dice que tiene un futuro y una esperanza para darnos el final esperado, que es bueno! (ver Jeremías 29:11).
Oración intercesora
“Señor, te necesito. Algunas veces, ni siquiera entiendo cómo las palabras que fueron pronunciadas sobre mí en el pasado aún me afectan hoy. Háblame, habla
sobre mi vida. Quiero ayudar a construir el nombre de tu familia, Señor. Quita el poder de las palabras equivocadas que fueron arrojadas sobre mí. Perdono a quienes me dijeron esas cosas. Tu Palabra dice que tú me amas. Tu Palabra dice que soy tu hijo. Te recibo como mi Padre celestial; sana las heridas producidas por otros en el pasado. Y, Señor, trae padres espirituales a mi vida; personas que me ayuden a verme como tú me ves, que me ayuden a construir el nombre de la familia.”
0 comentarios